La violencia vicaria es una manifestación de la violencia de género, entendida ésta como la violencia que se ejerce en contra de la mujer por el hecho de ser tal, y tiene lugar cuando el cónyuge, pareja, progenitor (hombre), con el objeto o fin último de dañar a la mujer, ejerce la violencia (física, sexual, psicológica, económica, etc.) sobre interpósita persona, habitualmente los hijos/as en común (o también sobre cualquier otro Ser significativo para la mujer). Cuando la violencia es ejercida en forma directa o indirecta sobre los hijos/as en común, constituye a la vez maltrato infantil.
El concepto de violencia vicaria o violencia de género en el contexto de la pareja que afecta a niños, niñas y adolescentes, señalado en el párrafo anterior, está lejos de ser visibilizado en el contexto social, familiar y jurídico, en otras palabras, como sociedad somos insensibles o ignorantes respecto a esta manifestación de la violencia de género.
¿Qué efectos acarrea la in-visibilización de la violencia vicaria?
Al menos, en el contexto del procedimiento judicial de Cuidado Personal y Relación Directa y Regular, el efecto que acarrea es que algunos jueces y juezas, consejeros técnicos, abogad@s y duplas psico-sociales que forman parte de diversos programas, desestimen por adelantado (como una operación cognitiva inconsciente) las denuncias que realizan las madres, precisamente sobre la base de la identidad de quienes reclaman, este fenómeno es el resultado de los estereotipos de género y da origen a otro tipo de violencia la institucional.
En este escenario, los derechos de la mujer a vivir una vida libre de violencia de género y de sus hijos e hijas a vivir en un ambiente que les proporcione las condiciones necesarias para alcanzar su máximo su potencial y desarrollo integral, se ven vulnerados, erigiéndose la violencia vicaria como un eslabón más de injusticia y discriminación que desmoraliza, desmoviliza y debilita a las víctimas de este tipo de violencia.
¡Pero hay esperanza! Porque cada día se acrecienta el número de personas que desplegamos distintas acciones, desde diferentes lugares (públicos y privados) en orden a prevenir y erradicar estas violencias, motivar la reflexión y acelerar el proceso de transformación social para desechar y desestimar como “normales” las asimetrías de poder basadas en el género que impactan en nuestras relaciones sociales y familiares.