No sé cómo pasó, en algún punto la perdí, de niña la tuve entre mis manos, era parte de mi Ser, ¿fueron las opiniones sobre mi cuerpo? qué estás tan flaca, que estás tan gorda ¿fueron las opiniones sobre mi rendimiento? estudia, sácate buenas notas, si no aprende a barrer, a cocinar y a planchar, en tono despectivo, a veces, oía decir, y de adolescente, me cubrí con una gruesa coraza, para que nada me hiriera, me saqué buenas notas y me vi bonita, sentí que la recuperaba, pero ahora eran otras voces las que se escuchaban alrededor, ¡pero mira qué puta es esa!, si hasta quedó embarazada, ¡pero mira qué suelta!, que se va con todos y entonces el sueño del romance y amor libre lo reprimí, porque no quería esas etiquetas y pensé que cuando grande sería libre, para amar, para hacer y para Ser. Y llegué a la adultez y ella que siempre ha sido parte de mi Ser, iba y venía, a veces, la abrazaba y a veces se despedía y entonces fui libre para amar, fui libre para decidir, fui libre para construir y sí, cometí mis propios errores y tuve muchas etiquetas, pero fui Yo.
Ahora, con la madurez, con la experiencia de haberme perdido y de haberme reencontrado, con las heridas y cicatrices que el amor y el desamor va dejando, puedo sentirla más mía que nunca, ella La Confianza, mi mejor amiga, la potencia y el motor de mis acciones, la que es parte de mi Ser, (y del tuyo también), la he logrado entender, sé que requiere de mis cuidados cada día, porque sólo así se queda conmigo, es una relación de las dos, de nadie más y cuando estamos unidas, las voces se acallan y en cambio surgen las ideas, la creatividad, la potencia, y me siento mujer, y me siento feliz.