A estas alturas creo que la mayoría de las personas hemos experimentado el cambio en la forma de trabajar, me refiero a la incorporación del trabajo vía remota, impulsado por la Pandemia de COVID-19.
Desde mi propia experiencia de vida ha sido un acierto, porque me ha permitido conciliar la vida familiar y laboral, puedo estar disponible para ejercer los cuidados de mis hijos y familia y además puedo comparecer como abogada en las audiencias a lo largo de Chile.
Pero hay una cuestión que ronda en mi cabeza… que surgió luego de leer dos libros de la autora Silvia Federici, “Reencantar el mundo: el feminismo y la política de los comunes” y “Calibán y la Bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria” y es que, no obstante, declararme absoluta fan de las audiencias vía remota, hay una cuestión que no deja de rondarme en la cabeza, que tiene que ver con el aislamiento que puede suponer para los trabajadores llevar a cabo todas las actividades productivas, vía remota y el impacto que esto pueda tener a futuro en el poder que puedan desplegar en el espacio público.
Desde una perspectiva de los derechos de la mujer, sería lamentable si este efecto de aislamiento supusiera aumentar, perpetuar o reproducir la histórica división sexual del trabajo y las brechas entre el trabajo productivo y reproductivo y en consecuencia retroceder y/o estancar la conquista de nuevos derechos para nosotras las mujeres, que tienen por fin último vivir en una sociedad más justa y democrática.
Si estamos de acuerdo con que a nuestra Sociedad le falta sentido de comunidad, porque la dinámica económica, política y cultural que nos determina no incentiva la atención al otro, y menos si está desfavorecido y necesitado, entonces estamos ante un problema real y no sólo producto de mi imaginación.
¿Cómo evitamos el aislamiento?
Pues con la conexión necesaria, me refiero a conectar o desarrollar nuestra capacidad de interdependencia, a través de vínculos de cercanía, afecto y empatía.
Si el tiempo que hoy tenemos disponible (gracias a que desarrollamos nuestro trabajo productivo online), lo destinamos a nuestro bienestar espiritual, mental y corporal, desarrollando nuestra autonomía con el objetivo de hacernos mas humildes y reflexivos, sin duda, que seremos capaces de crear nuevos símbolos culturales que den sentido a nuestros anhelos y luchas…en definitiva de crear comunidad y memoria colectiva, sin importar si estamos en un espacio virtual o presencial.
Lo único permanente es el cambio…y de nosotr@s depende que el cambio sea para mejor.